Keywords
anterior cruciate ligament - reconstruction - return to sports - kinesiophobia - bone
patellar tendon bone
Palabras Clave
ligamento cruzado anterior - reconstrucción - retorno deportivo - temor a nueva lesión
- hueso tendón hueso patelar
Introducción
Los pacientes que presentan rotura de ligamento cruzado anterior (LCA) frecuentemente
son sometidos a una reconstrucción de LCA con el objetivo de recuperar la función
y estabilidad de la rodilla. El retorno a la participación en actividad deportiva
es un resultado importante cuando evaluamos el resultado de una cirugía de reconstrucción
de LCA.[1]
Estudios recientes señalan que la relación entre el resultado funcional alcanzado
no necesariamente tiene una relación estrecha con la capacidad de volver a la actividad
deportiva y menos aún en recuperar el mismo nivel previo a la lesión.[2]
[3]
[4]
Si bien comúnmente se consideraba que luego de una reconstrucción de LCA el retorno
al deporte era un hecho común, estudios específicamente dirigidos a ese punto, indican
que el retorno al mismo nivel de deporte no sería tan frecuente como antiguamente
se afirmaba, variando entre 44 y 80%.[5]
[6]
[7] Una revisión sistemática internacional reporta cifras de retorno al nivel deportivo
previo cercanas al 63%,[8] sin embargo, estudios que evalúen particularmente ese punto en la población de nuestro
país son escasos.
Los factores que determinan la tasa de retorno a la actividad son variados y no han
sido ampliamente estudiados. En la literatura se describen una serie de ellos, incluyendo
múltiples factores tanto de la rodilla, estabilidad, función del cuádriceps, dolor
y lesiones asociadas, como de factores propios del paciente tales como cambios en
estilo de vida, kinesofobia y otros factores psicológicos.[1]
[9]
[10]
[11]
Este trabajo realizado en pacientes sometidos a la reconstrucción de LCA, tiene como
objetivo determinar el retorno deportivo en la población estudiada, su relación con
factores propios del paciente y las lesiones asociadas a la rotura del LCA.
Material y Métodos
Estudio observacional descriptivo realizado en centro único. Se incluyen pacientes
operados de reconstrucción de ligamento cruzado anterior entre enero de 2014 y diciembre
de 2017, que cumplen con los siguientes criterios: cirugía primaria de rotura aislada
del LCA en los que se utilizó la técnica de injerto con hueso-tendón-hueso (HTH) autólogo,
que tengan una evolución mínima de 12 meses desde su cirugía, y que fueron operados
por el mismo primer cirujano. Se excluyen pacientes operados con otros tipos de injerto
(isquiotibiales, tendón cuadricipital o aloinjerto), inestabilidades multiligamentarias,
pacientes con fisis abierta y cirugías de revisión realizada o pendiente. La muestra
inicial consistió en 251 pacientes que cumplieron esos criterios.
Se aplica un cuestionario al término del seguimiento que incluye “IKDC subjective knee form” y el score “Tegner Activity Level”, validados internacionalmente[12]
[13]
[14]; y en forma adicional se agrega un cuestionario con preguntas específicas, algunas
dirigidas y otras abiertas con la finalidad de establecer apreciación personal respecto
al retorno al deporte (Anexo 1). Del total, 176 casos contestan el cuestionario, de los cuales 3 pacientes presentan
rotura del injerto durante el seguimiento, por lo que son excluidos del estudio en
base a nuestros criterios establecidos (tasa de re-rotura 1,7%). Se incluyen finalmente
173 pacientes que contestaron el cuestionario (69% de muestra inicial), el cual fue
aplicado con un seguimiento promedio de 28 meses postoperatorio (rango 12 a 58 meses).
La reconstrucción fue realizada con técnica estandarizada utilizando injerto autólogo
del tercio central del tendón patelar de 10 mm de ancho, con posicionamiento de túneles
óseos y apoyo de radiografía intraoperatoria. La fijación femoral y la tibial fue
realizada con tornillos interferenciales de titanio, el tensionamiento manual del
injerto a 20° de flexión y en todos los pacientes, relleno de injerto óseo esponjoso
en zona dadora de rótula obtenido del brocado del túnel femoral y del calibrado de
los bloques óseos del injerto.
Se analizaron las siguientes variables: edad, sexo, mecanismo de lesión, deporte realizado,
tiempo transcurrido entre la lesión y la cirugía, lesiones condrales y meniscales
asociadas, IKDC subjetivo, Tegner Activity Level (pre y post operatorio). Se estudia la relación de esas variables con la capacidad
de volver a la actividad física y el nivel de retorno deportivo alcanzado.
Se definió como retorno a deporte o retorno a la actividad física si logra un nivel
de actividad mayor a 4 en la escala de Tegner y como retorno al mismo nivel deportivo
si recuperaban el mismo o mayor nivel. En forma adicional, se aplicó una pregunta
especialmente dirigida a la autopercepción del paciente sobre su nivel de retorno.
En el análisis estadístico se utilizó test Chi-cuadrado y exacto de Fisher para variables
paramétricas y test de medianas de mood o mann-whitney para variables no paramétricas con significancia menor al 5%. Se probó la normalidad
con el test Anderson-Darling y Kolmogorov-Smirnov. En caso de no existir normalidad,
se utilizó la mediana para determinar diferencias. El intervalo de confianza (IC)
de las proporciones fue calculado con el método exacto para proporciones.
Resultados
Del total de 173 pacientes,148 son del sexo masculino (86%) con edad promedio de 30,8
años (DS 10,3, rango 14–60). Se encontraron diferencias al comparar el retorno al
deporte entre mayores y menores de 30 años (74,4% (IC 63,8–83,2%) vs 59,7% (IC 48,7–70,1%),
respectivamente, p = 0,039). En relación al sexo, la tasa de retorno al deporte es mayor en el sexo
masculino (70,2% (IC 62,2–77,5%) vs 48% (IC 27,7–68,7), valor p = 0,037), sin embargo, no encontramos tal diferencia si analizamos los que retornaron
al mismo nivel deportivo (56% (IC 47,7-7–2%) vs 60% (IC 38,6–78,9%, respectivamente
con valor p = 0,712).
El mecanismo de la lesión (disponible en 126 pacientes del total) fue torsional indirecto,
en 91% de los casos, seguido por lesiones por contacto directo (6%), y mecanismo mixto
(3%).
Respecto a los deportes realizados, el 73% practica fútbol y un 45% realiza más de
un deporte ([Tabla 1]). En relación a la frecuencia de la actividad física previo a la lesión, realizan
actividad deportiva 3,4 veces a la semana en promedio. Al final del seguimiento, se
aprecia una disminución de la frecuencia de actividad deportiva, bajando a una media
de 2,4 veces por semana.
Tabla 1
Descripción de la serie de 173 pacientes
Categoría
|
Variable
|
Resultados
|
Tipo de deporte realizado antes de la lesión.
|
Fútbol
|
127 (73%)
|
|
Ciclismo
|
28 (16%)
|
|
Running
|
26 (15%)
|
|
Baloncesto
|
18 (10%)
|
|
Gimnasio
|
14 (8%)
|
|
Motocross
|
10 (6%)
|
|
Voleibol
|
8 (5%)
|
|
Tenis
|
8 (5%)
|
|
Rugby
|
8 (5%)
|
|
>1 deporte
|
81 (47%)
|
|
Otros[*]
|
39 (22%)
|
* Incluye deportes con número de pacientes menor a 8 en frecuencia: Acondicionamiento
físico, Atletismo, Baile, BMX, Bodyboard, Boxeo, Break Dance, Caminata, Cheerleader,
Dirt Jump, Entrenamiento Funcional, Escalada, Esqui, Handball, HIIT, Karate, Mountain
Bike, Natación, Padel, Patín, Pesas, Sandboard, Skate, Spinning, Surf, Taekwondo,
Trekking y TRX.
Según la escala de Tegner, el nivel preoperatorio promedio es 5. Un 43% tenía una
actividad física que puede considerarse de mayor demanda (Tegner 6 o mayor) y un 9%
presentan un nivel competitivo, de los cuales un 2% corresponden a nivel profesional.
Después de la cirugía, el nivel presentó un promedio de 4,3. ([Tabla 2]). Del total de 173 pacientes, un 67% (116 pacientes), volvió a realizar actividad
deportiva con Tegner mayor o igual a 4 y un 57% (98 pacientes), mantiene un nivel
de actividad similar o mayor a la pre-lesión.
Tabla 2
Tegner Activity Level Pre vs Postoperatorio (n = 173)
Tegner Level
|
Preoperatorio
|
Postoperatorio
|
1
|
5 (3%)
|
5 (3%)
|
2
|
10 (6%)
|
21 (12%)
|
3
|
15 (9%)
|
31 (18%)
|
4
|
48 (28%)
|
51 (29%)
|
5
|
20 (11%)
|
21 (12%)
|
6
|
39 (22%)
|
24 (14%)
|
7
|
21 (12%)
|
12 (7%)
|
8
|
1 (<1%)
|
7 (4%)
|
9
|
10 (6%)
|
1 (<1%)
|
10
|
4 (2%)
|
1 (<1%)
|
Al comparar esos resultados según Tegner, con las preguntas agregadas de autopercepción
específicamente dirigidas a ese punto, el resultado fue que un 66% (114 pacientes)
retornan a la actividad deportiva, pero un 24% (59 pacientes) consideran que lo hacen
al mismo o mayor nivel ([Tabla 3]). En el 76% restante (131 pacientes) que considera bajar la intensidad o cambiar
de deporte, aparece el temor a una nueva lesión como el factor más común, presente
en el 51% de los pacientes de ese subgrupo. Por otro lado, 34 pacientes señalaron
que el motivo del no retorno fueron temas no relacionados a su rodilla o su cirugía,
sino más bien factores familiares, laborales y otros ([Tabla 4]).
Tabla 3
Frecuencia según respuestas a la pregunta “Indique en la casilla qué deportes o actividad realiza DESPUÉS de la lesión”
Descripción
|
Resultados
|
Realizo el mismo deporte a mayor intensidad
|
8 (4,6%)
|
Realizo el mismo deporte a igual intensidad
|
34 (19,6%)
|
Realizo el mismo deporte a menor intensidad
|
72 (41,6%)
|
No he vuelto a realizar el mismo deporte
|
59 (34,2%)
|
TOTAL:
|
173 (100%)
|
Tabla 4
Subgrupo de pacientes que indica realizar el mismo deporte a una menor intensidad
o no volver a realizar el mismo deporte, n. 131[*]
Descripción
|
Resultados
|
Temor a lesionarse de nuevo
|
67
|
Dolor durante el deporte
|
23
|
Sensación de inestabilidad durante el deporte
|
31
|
Otro tema no relacionado a la rodilla: carga laboral, académica, otros proyectos,
etc.
|
34
|
* Se aceptaron respuestas múltiples.
Nuestra serie de 173 pacientes presentó una mediana de IKDC de 71,2 (IC 68,9–72,4)
con un rango de 34 a 83 puntos. Se encontró una diferencia significativa tanto para
pacientes con retorno (73,5 (IC 72,3–74,7) vs 64,3 (IC 60,5–67,8), respectivamente
con p < 0,001) como los que lo hicieron al mismo nivel (73,5 (IC 71,2–74,7) vs 66,6 (IC
63,8–69,4), respectivamente con p < 0,001).
El tiempo transcurrido entre la lesión y la cirugía presentó un amplio rango desde
10 días hasta un caso que tenía 26 años de antigüedad de la lesión, con una mediana
de 2,6 meses. Al evaluar la relación entre el retorno deportivo y el tiempo de latencia
a la cirugía, no encontramos diferencias (2,6 (IC 2,2–3,7) vs 2,3 meses (IC 1,9–7,6),
respectivamente con p = 0,780).
En relación a las lesiones asociadas, el 84,5% (146 casos) presentó alguna lesión
meniscal. Se pesquisaron lesiones condrales en 75 pacientes (43%), su distribución
se detalla en la [Tabla 5]. Los pacientes con lesiones condrales presentaron diferencias significativas de
retorno deportivo. No se encontraron diferencias al comparar el retorno deportivo
con presencia de lesión meniscal ([Tabla 6]).
Tabla 5
Prevalencia de Lesiones Asociadas, n total = 173
Categoría
|
Descripción
|
Resultados
|
Meniscal
|
Total:
|
146 (84,5%)
|
|
Externo
|
112 (65%)
|
|
Interno
|
95 (55%)
|
|
Bilateral
|
61 (35,3%)
|
Condral
|
Total:
|
75 (43%)
|
|
Externo
|
25 (14,5%)
|
|
Interno
|
56 (32,4%)
|
|
Bilateral
|
10 (5,8%)
|
|
Patelofemoral
|
20 (11,5%)
|
Tabla 6
Análisis por Variable según retorno al deporte y al mismo nivel, n = 173
|
Retorno Deportivo
|
Valor-p
|
|
Si
|
No
|
|
Retorno al deporte (Tegner > = 4):
|
116 (67%)
|
57 (33%)
|
N/A
|
-Lesión Condral (+)
|
35% (IC 26,6–44,7%)
|
60% (IC 45,8–72,4%)
|
p = 0,002[*]
|
-Lesión Meniscal (+)
|
83% (IC 74,6–89,1%)
|
88% (76,3–95%)
|
p = 0,398[*]
|
Retorno a nivel (Tegner >= Previo):
|
98 (57%)
|
75 (43%)
|
N/A
|
-Lesión Condral (+)
|
34% (IC 24,9–44,7%)
|
56% (IC 44–67,4%)
|
p = 0,003[*]
|
-Lesión Meniscal (+)
|
84% (74,8–90%)
|
85% (IC 75,2–92,4%)
|
p = 0,766[*]
|
Abreviatura: N/A, No Aplica.
* Prueba Chi-cuadrado.
No hubo diferencias en la frecuencia de lesiones meniscales o condrales al comparar
con la latencia de la cirugía ([Tabla 7]).
Tabla 7
Mediana de latencia quirúrgica en meses según tipo de lesión
Tipo de lesión
|
Presente
|
Ausente
|
Valor-P
|
Meniscal
|
2,4 (IC 2,1–3,3)
|
4 (IC 2,1–9,6)
|
p = 0,174
|
Condral
|
4,4 (IC 2,2–11)
|
2,3 (IC 1,8–2,96)
|
p = 0,071
|
Discusión
Una de las preguntas más comunes de un individuo que sufre una rotura de LCA, es si
podrá volver a realizar su deporte y si lo hará al mismo nivel de desempeño. Al evaluar
los resultados de participación deportiva, en primer lugar, es importante especificar
el nivel de la actividad deportiva. Pueden clasificarse en la capacidad de volver
a cualquier deporte, al mismo nivel deportivo pre-lesión y a nivel competitivo. En
forma general, los estudios publicados en grupos de pacientes generales muestran un
retorno deportivo entre un 44% y un 92%.[5]
[6]
[7]
[15]
[16]
[17]
[18]
[19]
[20]
[21]
Una revisión sistemática y un metaanálisis publicados en 2014 mostró que un 81% de
4837 individuos (en 57 trabajos) volvía a realizar algún deporte, mientras que un
65% de 2663 atletas (en 50 estudios) retornaba al mismo nivel deportivo previo a la
lesión. Al analizar deportistas de élite, un 55% retornó a un nivel competitivo (1338
pacientes en 10 estudios).[7] Sin embargo, sólo un 38% se mantuvo al mismo nivel a los 2 años de su cirugía. Nuestra
serie, formada en gran parte por atletas recreacionales, mostró un 67% de retorno
a alguna actividad deportiva y un 57% al mismo nivel de acuerdo con la escala de Tegner.
Si la definición de retorno al deporte se determinara como realizar “cualquier deporte,”
se incluirían pacientes en nivel 3 de Tegner lo cual elevaría las tasas de retorno
deportivo de nuestro grupo a un 85%. Ese factor es fundamental al comparar los distintos
trabajos de retorno deportivo. En una revisión sistemática, Anderson concluye la falta
de uniformidad en el criterio de retorno al deporte y que un 40% a un 65% de los estudios,
simplemente no reportan cuáles fueron los criterios utilizados.[22]
En nuestro trabajo, si comparamos las tasas de retorno al deporte, vemos que el retorno
deportivo según Tegner y según las preguntas de autopercepción son similares (67%
y 66%, respectivamente), pero al evaluar los que logran un nivel deportivo similar
al prelesional, se obtiene un 57% según la escala de Tegner, pero sólo un 24% tiene
la percepción personal de realizar deportes al mismo nivel. Esa diferencia importante
no ha sido adecuadamente abordada en la literatura, sin encontrar reportes de ese
aspecto y que son fundamentales al momento de determinar los resultados de la cirugía.
El retorno está determinado por múltiples variables tanto intrínsecas como extrínsecas
del paciente. Está descrito que atletas jóvenes, sexo masculino, deportistas de élite
y una respuesta psicológica favorable, tienen mayores niveles de retorno al nivel
pre lesional.[7] Sandon nos presenta un estudio en el que sólo el 54% de 205 pacientes tuvieron retorno
deportivo.[20] Sus resultados demuestran que el sexo femenino, daño condral y el dolor durante
la actividad deportiva, son factores negativos independientes en el retorno después
de una reconstrucción de LCA y estando los 3 factores presentes sólo un 10% retornaron
comparado con un 76% si ninguno de esos factores estaba presente.
En nuestro estudio, el sexo masculino y una edad menor a 30 años fueron factores positivos
en cuanto al retorno a la actividad deportiva. Existen trabajos que concuerdan en
que los pacientes de sexo masculino tienen mayores posibilidades de retorno al mismo
nivel deportivo recreacional (OR 1,4) y competitivo (OR 1,7).[23]
[24] Nuestro estudio concuerda en que el sexo masculino tiene mayor frecuencia de retorno
al deporte, sin embargo, la asociación encontrada es relativa a qué definición de
retorno deportivo se utiliza, al no encontrar diferencias en el grupo que retorna
al mismo nivel deportivo. Por otro lado, existen estudios con resultados contradictorios
respecto a la diferencia entre géneros, algunos afirman que la diferencia en la tasa
de retorno podría deberse a que las mujeres requieren más tiempo para alcanzar el
nivel deportivo pre-lesión y que a largo plazo las diferencias no son significativas.[1]
[25]
Respecto a la edad y su influencia en la tasa de retorno, Beisher en su estudio de
270 casos, demuestra un 74% de retorno en adolescentes y un 63% en adultos.[5] Un metaanálisis con 1156 casos en niños y adolescentes concuerda con ese mayor retorno
al deporte en ese grupo etario de 92% y de un 78% al mismo nivel.[15] Esos hallazgos concuerdan con lo encontrado en nuestro estudio, pero sólo al definir
como punto de corte los 30 años, lo que podría deberse a que ese grupo etario tiene
más facilidades para perseverar en la actividad deportiva debido a menores compromisos
en el ámbito familiar y laboral, sobre todo en deportistas recreacionales, como afirma
Kay y col.[15]
Otro aspecto importante al evaluar el retorno es el tipo de deporte realizado.[26] Nuestra serie en su mayoría está formada por deportistas aficionados que practican
fútbol. En un estudio europeo prospectivo en futbolistas, Walden, muestra que un 86%
sigue jugando, pero sólo un 65% al mismo nivel de desempeño a los 3 años de seguimiento.[27] Shah y col., analiza la Liga Nacional de Futbol Americano (NFL) encontrando un 63%
de retorno deportivo.[28] Plancher, en su serie de casos describe distintas tasas de retorno según el deporte
realizado, llegando incluso hasta 100% en el caso de ciclistas y 80% para tenistas.[29] En la misma línea, Warner reporta que es más probable el retorno al ciclismo y al
trote, que a actividades con cambios bruscos de dirección y pivot, como lo es el fútbol.[30] Lo anterior denota que el tipo de deporte realizado y las distintas exigencias tanto
estáticas como dinámicas del deporte realizado, influyen en la tasa de retorno al
deporte.
La relación entre el resultado funcional de los pacientes y el retorno deportivo es
un hecho generalmente aceptado, pero últimamente ha sido cuestionada si existe una
relación tan estrecha. Ross, no encuentra relación entre resultado funcional y retorno
al deporte.[31] Por otra parte, Ardern en su estudio, concluye que una rodilla con función normal
tiene el doble de posibilidades de retorno a similar nivel deportivo.[8] Similar hallazgo se demuestra en un estudio de Webster.[4] Nuestro estudio, concuerda con esos estudios y la mayoría de las publicaciones,
donde se demuestra una relación entre el resultado funcional evaluado a través del
puntaje del IKDC, y la capacidad de retorno a cualquier nivel deportivo.
En nuestra serie, el daño condral se asocia a un menor retorno deportivo, lo cual
concuerda con trabajos previos.[20] Eso puede deberse a que el daño condral secundario produzca dolor al realizar actividad
al igual que la articulación de un paciente que padece osteoartritis. El dolor y una
rodilla sintomática está presente en más del 50% de los pacientes que no recuperan
su nivel deportivo previo y se asocia a peores resultados en las escalas que miden
el estado funcional.[1]
Respecto a la relación entre las lesiones meniscales asociadas y el retorno deportivo,
no encontramos una relación directa con la presencia de lesión. La alta prevalencia
de ese tipo de lesiones, más del 80% en nuestro estudio, no pudimos explicarla al
no encontrar diferencias respecto a la latencia quirúrgica y tal vez se relaciona
a que se incluyen en nuestra estadística lesiones estables y parciales que no requirieron
procedimientos quirúrgicos adicionales. Varios autores han descrito un riesgo aumentado
de lesión meniscal con el retraso de la cirugía,[16]
[32]
[33]
[34]
[35]
[36] llegando incluso a un 62% si la latencia quirúrgica supera los 5 meses, comparado
con un 37% si la cirugía es precoz.[32] En concordancia, otros autores han descrito que el retraso quirúrgico es un predictor
importante tanto de lesiones meniscales como condrales.[37]
[38] En cambio, Smith describe que no habría diferencias entre cirugía precoz y tardía
para una serie de variables, incluyendo lesiones meniscales.[39] En la misma línea, en un resumen de revisiones sistemáticas, Anderson reporta que
existen resultados diversos, definiciones variadas de cirugía tardía o precoz en la
literatura y se aconseja tener precaución con el retraso quirúrgico debido a que el
impacto en el riesgo a largo plazo de lesiones meniscales y condrales no está bien
determinado.[22]
[40]
Hay un creciente interés y reportes de la importancia de los factores psicológicos
en el retorno deportivo. Se ha identificado claramente, la influencia positiva de
una respuesta psicológica adecuada en el retorno deportivo a niveles previos a la
lesión.[2]
[3]
[41]
[42]
[43] Kori en 1990, define el concepto de kinesiofobia como un miedo excesivo a la actividad
física o el movimiento producto de un sentimiento de vulnerabilidad frente al dolor
o lesionarse nuevamente.[44] Hsu, publica una revisión dirigida al temor a una nueva lesión y concluye el impacto
negativo tanto físico como psicológico en la función autoevaluada y en un menor retorno
deportivo.[42] En nuestra serie, el temor a una nueva lesión aparece como el factor más frecuente,
presente en más de la mitad de los pacientes (51%) que no retornan el nivel deportivo
previo. En forma concordante, Flanigan en un estudio de 135 pacientes, encontró una
tasa de temor o kinesiofobia del 52%.[45] Medvecky describe que el aspecto psicológico y el temor podrían jugar un rol significativo
a la hora de recuperar el nivel deportivo previo a la lesión sin tomar en consideración
la estabilidad ni la fuerza en la articulación.[46] Una revisión sistemática que incluyó 19 estudios y 2175 pacientes encontró que el
64,7% refirió factores psicológicos como determinantes de un retorno inferior al previo
a la lesión; dentro de esos pacientes el 76,7% reportó temor a una nueva lesión.[47] Paterno, en un grupo de 40 pacientes encontró que los sujetos con temor significativo,
evaluado a través de la “Tampa Scale of Kinesiophobia” tienen 13 veces más riesgo de volver a lesionarse dentro de 24 meses después de
retornar al deporte.[3]
[48]
Además del temor a una nueva lesión, distintos autores muestran factores como la falta
de confianza, la inseguridad, la motivación y un cambio en las prioridades y en las
expectativas como aspectos primordiales que explican la conducta postoperatoria ante
la actividad deportiva.[3]
[49]
[50]
[51] Ese último punto, que vale la pena ser considerado antes de analizar fríamente las
tasas de retorno deportivo, se refleja claramente en nuestro estudio en un significativo
grupo de 34 pacientes (26%), que simplemente no retornaron al deporte en el periodo
estudiado por motivos no relacionados a su cirugía, ni a su rodilla.
Nuestro grupo de pacientes presentó una tasa de re-rotura de 1,7% que corresponde
a 3 pacientes. Una re-rotura de LCA después de una reconstrucción es un evento devastador
para un deportista, afectando tanto física como psicológicamente. Hay múltiples factores
que deben considerarse al analizar las causas de esa nueva lesión como errores técnicos
en la cirugía, falla en la incorporación biológica del injerto, falla en la fijación,
un nuevo traumatismo, o mecanismos mixtos. El porcentaje de re-rotura o rotura contralateral
se ha reportado entre 4% y 27% ocurriendo la mayor parte durante el primer año postoperatorio.[52]
[53]
Nuestro estudio presenta muchos hallazgos similares a los reportados por la literatura,
reconociendo algunas limitaciones. Tuvimos una tasa de atrición de un 31%, que son
los pacientes que no contestaron el cuestionario y no pudieron ser incluidos. Ardern,
presenta su estudio con una tasa de atrición del 41%.[1] Un reducido grupo de pacientes del sexo femenino, que en nuestra serie es un 14%
(25 pacientes), puede influir en un análisis estadístico adecuado. Otra limitación
está determinada por la incorporación de algunas preguntas de elaboración propia no
adecuadamente validadas lo cual es un hecho que se repite en diversos estudios.[1]
[8]
[22] A la luz de los resultados obtenidos, en que destacamos la enorme importancia de
los factores psicológicos, valdría la pena ahondar en ese aspecto en el futuro con
escalas más adecuadas.[48]
Conclusiones
El retorno al deporte es uno de los resultados más importantes luego de la cirugía
de reconstrucción del LCA. Nuestro estudio presenta tasas de retorno a la actividad
física de un 67% y a un nivel deportivo similar al prelesional de 57%, comparables
a los publicados en la literatura. Se determinaron como factores positivos para el
retorno al deporte, el sexo masculino, la edad menor a 30 años, la ausencia de lesión
condral y un mejor resultado funcional. Los factores psicológicos juegan un rol importante,
destacando la frecuencia del temor a una nueva lesión tanto en la capacidad de retornar
como en el nivel deportivo logrado.
Anexo 1 Preguntas adicionales
-
En número de veces por semana ¿Cuántas veces a la semana realiza actividad física
o deporte?
-
Indique en la casilla qué deportes o actividad realizaba ANTES de la lesión:
-
Indique en la casilla qué deportes o actividad realiza DESPUÉS de la lesión: *
-
En caso de seleccionar “No he vuelto a realizar el mismo deporte”, indique en la casilla
“otro” el deporte o actividad:
-
Realizo el mismo deporte a mayor intensidad.
-
Realizo el mismo deporte a igual intensidad.
-
Realizo el mismo deporte a menor intensidad.
-
No he vuelto a realizar el mismo deporte.
-
Otro: “Texto Libre”
-
En caso de bajar el nivel de intensidad o cambiar de deporte ¿Porqué? Selecciona todos
los que correspondan.
-
No Aplica
-
Temor a lesionarse de nuevo.
-
Dolor al realizar ese deporte.
-
Sensación de fallo o inestabilidad al realizar ese deporte.
-
Por temas no relacionados a la rodilla (carga laboral, académica, otros proyectos,
etc).